El consumo de la leche materna más allá de los doce meses aumenta el coeficiente intelectual de las personas a largo plazo, así lo dio a conocer un estudio realizado por la revista británica The Lancet.
En total, se analizaron a un grupo de 3.500 personas desde su nacimiento hasta los 30 años y se evidenció un gran impacto en el desarrollo cognitivo.
La asesora en lactancia materna y nutricionista materno infantil del Hospital Clínica Bíblica, Verónica Castro, aseguró que la leche materna tiene una composición única, con gran cantidad de nutrientes en cantidades específicas y especiales para los humanos.
“Dentro de los que podemos destacar relacionados con el coeficiente intelectual están los ácidos grasos de cadena larga los cuales favorecen el adecuado desarrollo cerebral.
Estudios científicos afirman que los niños que son amamantados de forma exclusiva por seis meses y prolongada por más de un año tienen un mejor desarrollo escolar y alcanzan coeficientes intelectuales altos en la edad adulta”, aseguró la doctora.
Además, agregó que brindarle al bebé este producto durante las primeras horas de vida es indispensable para que el niño pueda adaptarse al medio externo y poder regular su temperatura, su respiración y sus niveles de azúcar.
“Estar piel con piel en el pecho de su madre hace que todos los neurotransmisores cerebrales del recién nacido se desarrollen de forma única, permitiéndole sentirse seguro, feliz y logrando superar con éxito sus primeras horas extrauterinas”, destacó.
La leche materna, según los estudios, contiene la cantidad de agua que el niño necesita para una excelente hidratación, anticuerpos, enzimas, glucosa, lactosa, proteínas, grasas, minerales y vitaminas.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que la lactancia se prolongue hasta los dos años, esto hace que los niños sean más sanos, seguros e independientes.
Para la doctora, la leche materna contiene mayor cantidad de lactosa que la leche de vaca o leches de tarro, pero justamente eso es lo que los niños recién nacidos necesitan, ya que la lactosa les ayuda a colonizar el intestino con bacterias probióticas y así favorecer el buen funcionamiento intestinal.
“Cumpliendo los seis meses con la introducción de sólidos en la alimentación de los bebes, la leche materna sigue siendo su principal fuente de energía para los niños. En esta etapa los va a proteger para disminuir los riesgos de desarrollar alergias alimentarias en el proceso de introducción de sólidos”, mencionó Castro.
A partir del primer año, la alimentación del bebé es más completa y similar a la del resto de la familia, pero esta sustancia sigue brindando gran cantidad de nutrientes, inmunoglobulinas que lo protegen de contraer enfermedades y además sigue cumpliendo un papel fundamental en la relación madre-hijo brindándole seguridad e independencia al niño.
¿Qué nutrientes brinda al bebé?
La leche materna tiene una serie de componentes beneficiosos:
- Millones de células vivas, entre ellas se incluyen los glóbulos blancos, que refuerzan el sistema inmunitario, y los citoblastos, que ayudan al desarrollo y curación de los órganos.
- Más de 1000 proteínas que ayudan al crecimiento y desarrollo al bebé, activan su sistema inmunitario y desarrollan y protegen las neuronas cerebrales.
- Todas las proteínas de la leche materna están compuestas por aminoácidos.
- Más de 200 azúcares complejos llamados oligosacáridos que actúan como prebióticos, alimentan a las bacterias buenas del intestino del bebé.
- Más de 40 enzimas: Las enzimas de la leche ayudan a los sistemas digestivo e inmunitario de su bebé, además de permitir la absorción del hierro.
- Vitaminas y minerales, que son nutrientes que favorecen el crecimiento saludable y el funcionamiento de los órganos y además ayudan a la formación de los dientes y huesos del bebé.
- Protegen a su bebé contra las enfermedades e infecciones, ya que neutralizan las bacterias y los virus.
